lunes, 9 de abril de 2012

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Sueños locos

Es casi medianoche y no tengo mucho que hacer. Este cuento es mio de yo xD



Como era habitual el despertador sonaba con fuerza y terminaba recibiendo un porrazo de mi parte. “Pronto tendré que comprar otro” Pensé al ver que dos como dos de los botones se desprendían y golpearon contra la pared.

Al llegar a la cocina me percaté de mi desnudez, para entonces ya estaba más lúcido que de costumbre, ya no sentía el cosquilleo de mis brazos por haber permanecido demasiado tiempo en la misma posición; estaba solo en mi habitación así que no tenía por qué avergonzarme y mi ahora ex pareja estaba seguramente disfrutando de su nueva vida con uno de mis amigos más allegados. Típico ¿no?

Recuerdo que al darme la noticia ya no tenía una sola de sus pertenencias a mi vista, las maletas ya las había mandado y ella, pues ella solo me esperaba para decirme “Te dejo” lanzándome el humo de su cigarro a la cara, será por eso que les perdí el gusto.

Casi de manera instantánea le tomé el gusto adictivo al café, me supongo que por no poder conciliar el sueño pareció una salida muy atractiva. Me parece que fue una semana o tal vez dos las que me mantuve sin dormir más de dos horas. Sentir el calor amargo quemar mi garganta, eso, era un espectáculo digno de apreciar.

Decidí regresar a la habitación, me había vuelto tan perezoso últimamente que casi la mayoría de las cosas las hacía en esta. Todavía no sé cómo, pero caí. Recuerdo a la perfección como mi rostro chocó contra el suelo, tan frío y que rápidamente se tornó caliente; sentía que la piel se encogía al entrar en contacto con el café derramado, siseé de dolor. Empezaba a toser con fuerza e hice lo posible por ponerme en pie de nuevo.

En un principio los lugares en donde el café me había quemado no se sentían tan dolorosos, pero al cabo de un minuto o dos estos ardían, todo mi pecho y mis brazos estaban más que rojizos. Se incendiaban y yo no podía hacer nada para quitarlo. Me provocaba quitarme la piel a cualquier costa, no lo soportaba.

Esas luces brillantes que danzaban frente a mí eran insoportables. Me dejé caer sobre mis rodillas, quería cubrir desesperadamente mi rostro pero mis brazos no respondían, seguían quemándose.

Terminaría loco.

Logré alzar mi brazo derecho hasta mi boca y con una fuerza descomunal lo mordí. Tal vez estaba consternado y no sentí el momento en que mis dientes atravesaron mi piel, pero todavía sentía el ardor que se apoderaba de mi consciencia.

Levemente comencé a arrancar mi piel, no pensé que fuera tan fácil hacerlo. Tenía que seguir hasta que esa estúpida rasquiña se fuera. De alguna manera, al arrancar ese último tramo tres de mis uñas se adhirieron, di varios gritos de dolor. Sangre, ese liquido carmesí brotaba de mis heridas.

Una vez que solté las tiras de piel que se pegaron al suelo como si se tratase de goma de mascar. Repetí el mismo proceso con mi brazo izquierdo, obtuve las mismas consecuencias ya mencionadas. Una especie de regurgitado quiso y logró su salida. Creí que se me saldrían las entrañas. Estaba a punto de echarme a llorar.

-Parece que está lloviendo –Corrí hasta la ventana, después de todo, el haber puesto el teru teru bouzu al revés si funcionó, y no dudé ni un instante en atravesarlo, el pavimento húmedo me estaba esperando con frescura, estaba listo para recibirme…



Cada centímetro de mi cuerpo temblaba y se ahogaba en dolor. Fue entonces cuando me di cuenta que todo había sido una pesadilla.

Mis brazos, mis uñas, todo estaba en perfecto estado y yo, temblaba, cubierto o más bien bañado por mi sudor, las palpitaciones de mi corazón llegaron a su límite y lo sentía en la garganta.

Al otro extremo de la cama estaba mi pareja. Me quedé pasmado al verla, portaba su pijama azul que le había regalado por su cumpleaños. Me sentía al borde de la locura y terminé por pasarle mi brazo por su esbelta cintura. “Daichi” Dijo entre sueños…No podía ser, ese era el nombre de un amigo, uno de los más allegados...

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